Me contó mi tía que una amiga suya le contó que:
Pongamos, Lucía. Lucía había adquirido como mascota una serpiente. La tenía en su casa paseando libremente como gato o perro cualunque, animal que cualquiera adquiere en la veterinaria “amiga”. Le daba hamsters para saciar sus ansias hambrientas y ella felizmente rondaba el departamento con ambiciones exploratorias. Hasta que un día, Lucía, comenzó a sentir que su compañera de cuarto tenía reacciones paranormales, fuera de lo esperado o de lo admisible. Dejó de comer y de pasearse por el ambiente y se encontraba a un costado, contra la pared estirada absolutamente sin moverse ni para parpadear. Su dueña comenzó a inquietarse y decidió consultar al veterinario. Y acá viene la parte que importa. El señor con aires de grandeza y una compasión quizás simulada le dice: “Señora, menos mal que trajo al “cernícalo animalito” a tiempo… la serpiente, la estaba midiendo”. LA ESTABA MIDIENDO. Para el que no entiende, creo que no entran aquí explicaciones, pero aclaro, el dinosaurio estaba planeando un plan estratégico para comerse a su dueña.
Y claro, bien merecido se lo teñía, quién es capaz de encerrar a un animal de esa índole en un departamento diseñado para personas cercadas en la inmensidad de la city porteña.
Pongamos, Lucía. Lucía había adquirido como mascota una serpiente. La tenía en su casa paseando libremente como gato o perro cualunque, animal que cualquiera adquiere en la veterinaria “amiga”. Le daba hamsters para saciar sus ansias hambrientas y ella felizmente rondaba el departamento con ambiciones exploratorias. Hasta que un día, Lucía, comenzó a sentir que su compañera de cuarto tenía reacciones paranormales, fuera de lo esperado o de lo admisible. Dejó de comer y de pasearse por el ambiente y se encontraba a un costado, contra la pared estirada absolutamente sin moverse ni para parpadear. Su dueña comenzó a inquietarse y decidió consultar al veterinario. Y acá viene la parte que importa. El señor con aires de grandeza y una compasión quizás simulada le dice: “Señora, menos mal que trajo al “cernícalo animalito” a tiempo… la serpiente, la estaba midiendo”. LA ESTABA MIDIENDO. Para el que no entiende, creo que no entran aquí explicaciones, pero aclaro, el dinosaurio estaba planeando un plan estratégico para comerse a su dueña.
Y claro, bien merecido se lo teñía, quién es capaz de encerrar a un animal de esa índole en un departamento diseñado para personas cercadas en la inmensidad de la city porteña.