domingo, 15 de mayo de 2011

Domingo

Llegaron dos horas antes y había una cola que doblaba la esquina. Ella le dice, ¿viste?, tenía razón. El con su mirada burlona, asiente. Sacan las entradas. Compran chocolate. Vuelven a entrar para tener un buen lugar. Rodeados de viejitos, toman mate. Caliente, casi hervido. Comparten el chocolate, siempre es de ella la mejor parte. El la carga. Charlan, discuten sobre temas en común, amigos en situaciones, hermanos en otras, siempre en el debate surge una pelea instantánea que ambos conocen y se hacen cargo. Antes de sobrepasar el momento del choque, el se va a fumar un cigarrillo. Ella lo espera, rodeada de viejas que se quejan porque otra se coló. Se pone nerviosa, porque tarda, siempre tarda. Y ella se hace pis. Es tan impaciente que lo llama. Ya subo, estoy en el baño. Apurate. Ya abren. Me hago pis. El llega, ella se va. Vuelve. Dan sala. Entran y con el esquema mental de él se sientan. Antes de empezar, él le enseña cosas nuevas sobre el celular tan viejo. Discuten de nuevo, porque ella cree que tiene razón. El demuestra que no, se alegra. Ironiza. Empieza la peli. Se dan la mano toda la función. Comentan sólo sobre nombres, momentos graciosos, cosas que descubren. La peli siempre es referencial- el cuento del chino- “Un cuento chino”. Ella se siente tan bien. Dos horas en las que se pierde, pero si se encuentra, es a su lado. Está feliz. Fin. Títulos. Casi los últimos en salir. Siempre él es el último, ella intenta acelerarlo. Salen. Ella lo convence para volver juntos. Viajan, se sientan al lado. El le cuenta su historia. Río. Ella se está por bajar. Se dan un beso tan lindo. Se despiden. Avisame cuando llegues. Llamame. Vos también.